La llamada piometra canina suele aparecer en las hembras sin esterilizar de más de 5 años de edad, o es más común a esta edad. Aunque tras el primer celo de la perra el riesgo de piometra está siempre presente. Esta enfermedad que a muchos no os resultará conocida, ni os sonará es más común de lo que se cree; ya que tras las semanas siguientes al celo (fase de metaestro), la piometra puede hacer su aparición.
Esto se debe a la subida de la progesterona, que provoca una disminución de las contracciones uterinas y promueve ciertos cambios en el endometrio. Esto, a su vez, favorece el crecimiento bacteriano. La aparición de nódulos, además, aumenta la gravedad del proceso.
En un 85% de los casos cuando nos encontramos ante una perrita contagiada por piometra, esta produce secreciones vaginales sanguinolentas o purulentas, esto es causa de una piometra abierta, en la que el cérvix está abierto. En otros casos, puede tratarse de una piometra cerrada y no haber descarga vaginal, en este caso el pronóstico es más grave.
Algunos de los síntomas más comunes para detectar esta dolencia son: fiebre, letargo, falta de apetito, aumento de volumen de orina y aumento del sed. En casos más graves en los que la paciente canina no ha recibido tratamiento, estos síntomas pueden agravarse.
Diagnóstico y tratamiento de la piometra canina
El diagnóstico de la piometra se realizará a través de exploración física, y puede ser detectada a través de un ecógrafo o en caso no concluyente, con una analítica y citología para advertir la trasferencia de posibles tumores y ayudar en un diagnóstico definitivo.
¿Cuál es el mejor tratamiento?
El tratamiento mejor tratamiento para la piometra canina es la cirugía, aunque es cierto que existen otros tratamientos como la ovariohisterectomía o un tratamiento médico complejo, más conservadores. Sin embargo, la cirugía, así como una esterilización temprana, previenen y cortan de raíz el desarrollo o agravación de la piometra.
Más información sobre la piometra en: www.affinity-petcare.com
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